Este repunte, según el MEF, está anclado en tres pilares: la aceleración del crecimiento económico (que acumula 3.1% entre enero y mayo), el alza de los precios internacionales de exportación —especialmente en minería— y un avance significativo en la fiscalización de la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria (Sunat).
Gracias a este desempeño, el país registró un superávit fiscal de 0.7% del PBI, el primero en dos años, tras ocho trimestres consecutivos en déficit.
El MEF subraya que para este resultado se debe considerar también el esfuerzo sostenido de la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria (Sunat), que viene desplegando una campaña intensiva para fortalecer la fiscalización, reducir la evasión y elusión, y ampliar la base tributaria.
«Esta estrategia ha contribuido directamente a mejorar el rendimiento de los ingresos del Estado», agregó..
El mayor impulso provino del Impuesto a la Renta (IR), que creció 23.3% en términos reales, apalancado por ingresos extraordinarios por regularización (36.4%) y pagos mensuales a cuenta (17.1%). La venta de una empresa del sector electricidad elevó aún más las cifras de recaudación corporativa.
Además, los pagos realizados por personas naturales aumentaron 13.8%, impulsados por mejores rentas de trabajo y de capital, así como una menor compensación de saldos a favor.
En paralelo, el Impuesto General a las Ventas (IGV) subió 4.9%, reflejo del dinamismo en la demanda interna y el crecimiento de las importaciones. El IGV interno destacó con un alza de 5.9%, empujado por nuevas medidas de fiscalización y el impuesto a plataformas digitales. El IGV a las importaciones, por su parte, creció 3.5% en línea con el incremento del valor FOB de las mercancías.
“Mientras no ampliemos de verdad la base tributaria, cualquier mejora seguirá siendo coyuntural”, sostiene Rosa María Mujica, especialista en políticas fiscales del Instituto Peruano de Economía (IPE).
Si bien el MEF destaca que los mayores ingresos permitirán financiar servicios públicos e inversiones clave, el debate sobre la calidad de la recaudación sigue abierto. Varios analistas señalan que el sistema tributario peruano continúa siendo altamente dependiente de unos pocos contribuyentes formales y grandes empresas, sin lograr incluir de manera efectiva al universo de trabajadores informales y pequeñas unidades productivas.
Según el exjefe de la Sunat, Víctor Shiguiyama, “el problema no es solo cuánto se recauda, sino quién lo paga. Si no se avanza en ampliar la base, siempre serán los mismos los fiscalizados.”
Por su parte, el economista Waldo Mendoza añadió recientemente que el Perú tiene una presión tributaria baja en relación con América Latina y que el margen para aumentar los ingresos fiscales sin afectar el crecimiento económico existe, pero requiere de reformas profundas que van más allá de operativos puntuales.
Para el resto del 2025, el MEF proyecta que los ingresos tributarios seguirán creciendo, empujados por mejores precios en minerales como el cobre y el oro, así como por una mayor formalización impulsada por campañas nacionales de la Sunat. Sin embargo, mientras no se aborde el tema estructural de una base tributaria reducida —con casi el 70% de la PEA aún en la informalidad—, los saltos positivos como el actual seguirán siendo vulnerables ante cualquier sacudida externa.
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