Retorna la cordura: MEF proyecta reducir déficit fiscal al 2.2% del PBI en 2025

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El compromiso del nuevo titular del Ministerio de Economía y Finanzas de reducir el déficit fiscal al 2.2% del PBI en 2025 es una señal positiva, pero su éxito dependerá de la voluntad política para mantener la disciplina fiscal en un año electoral. Apostar por una gestión financiera responsable no solo evitará crisis futuras, sino que también sentará las bases para retornar a un crecimiento económico sostenible y la mejora de la calidad de vida de los peruanos.

El ministro de Economía y Finanzas de Perú, José Arista, ha anunciado que el país planea reducir su déficit fiscal al 2.2% del Producto Bruto Interno (PBI) en 2025, una mejora significativa respecto al 3.6% registrado en 2024, el nivel más alto desde 1992, excluyendo los años de pandemia.

Entre 1990 y 2019, Perú logró reducir su déficit fiscal de 8.9% a 1.6% del PBI, gracias a reformas económicas que estabilizaron la economía. Sin embargo, la pandemia de COVID-19 y las crecientes presiones de gasto en los últimos años revirtieron estos avances, llevando el déficit al 8.9% en 2020. Aunque hubo una recuperación en 2021 y 2022, el déficit volvió a incrementarse en 2023, alcanzando el 2.8% del PBI.

En 2024, el déficit fiscal fue de un 3.6% del PBI, cifra que superó la regla fiscal establecida para ese año en 0.8 puntos porcentuales (pp). La menor recaudación esperada y el mayor gasto público fueron las razones detrás de este resultado.

Y la inversión extranjera

La agencia Fitch Ratings ha mantenido la calificación crediticia de Perú en BBB, destacando su moderada deuda pública y sólida posición externa . No obstante, advirtió sobre los riesgos de una mayor erosión de los fondos de pensiones debido a posibles retiros adicionales, lo que podría complicar los planes fiscales del gobierno.

Una gestión fiscal irresponsable podría llevar a una rebaja en la calificación crediticia, situando al país al borde de perder el grado de inversión. Esto no solo aumentaría los costos de financiamiento, sino que también podría desalentar la inversión extranjera, reduciendo las perspectivas de crecimiento económico.

El peligro de las medidas populistas en un año electoral

Históricamente, los años electorales han sido escenarios propicios para la adopción de medidas populistas que comprometen la estabilidad fiscal. Estas pueden incluir aumentos descontrolados en el gasto público, subsidios insostenibles o reducción de impuestos sin compensación en los ingresos del Estado.

Si bien estas políticas pueden generar una percepción de alivio económico a corto plazo, en el mediano y largo plazo suelen traducirse en:

  • Aumento de la deuda pública, que se traduce en una mayor carga de intereses para las futuras generaciones.
  • Deterioro de la confianza de inversionistas, lo que puede frenar proyectos de inversión y reducir el crecimiento económico.
  • Posible rebaja de la calificación crediticia, lo que encarece la deuda y reduce la capacidad del gobierno para financiar proyectos esenciales.

Las bondades de una política fiscal responsable

La disciplina fiscal es uno de los pilares fundamentales del crecimiento económico sostenible. Un manejo prudente de las finanzas públicas genera múltiples beneficios:

  1. Reducción del costo de financiamiento
    Un déficit controlado evita que el país recurra excesivamente al endeudamiento externo o interno. Esto permite que el Estado obtenga financiamiento con tasas de interés más bajas, liberando recursos que pueden destinarse a inversión pública en infraestructura, salud y educación en lugar de al pago de intereses de la deuda.
  2. Mayor confianza en los mercados
    La estabilidad fiscal mejora la percepción de riesgo del país ante inversionistas nacionales y extranjeros. Cuando un gobierno administra sus cuentas de manera responsable, atrae inversión de largo plazo, lo que impulsa la creación de empleo y el crecimiento económico.
  3. Estabilidad cambiaria e inflación controlada
    Un déficit fiscal elevado suele obligar a los gobiernos a financiarse mediante la emisión de dinero o el endeudamiento excesivo, lo que puede generar inflación y volatilidad cambiaria. Mantener el déficit bajo control contribuye a la estabilidad macroeconómica y protege el poder adquisitivo de los ciudadanos.
  4. Protección de la calificación crediticia del país
    Agencias como Fitch, Moody’s y Standard & Poor’s evalúan el nivel de endeudamiento y la responsabilidad fiscal de los gobiernos al asignar calificaciones de riesgo. Si Perú mantiene un manejo financiero ordenado, puede conservar o mejorar su calificación, lo que reduce el costo de emisión de bonos soberanos y fortalece la confianza del sector privado.
  5. Mayor capacidad de respuesta ante crisis
    Un país con cuentas fiscales equilibradas tiene mayor margen de maniobra para responder a crisis económicas, desastres naturales o pandemias sin comprometer su sostenibilidad a futuro. Por ejemplo, en 2020, Perú pudo implementar estímulos económicos significativos gracias a la solidez fiscal que había construido en años anteriores.
Luis Zegarra
Analista
Economista de PUCP y Master en Comunicaciones en la Universidad de Barcelona, con una amplia trayectoria en medios periodisticos como El Comercio, Gestión y otros, así como director de comunicaciones en entidades como Proinversión, SBS, MVCS y PCM. Director de publicaciones en Ejecutivo ti

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