

Lima, octubre de 2025. – El sector inmobiliario y de la construcción es uno de los grandes impulsores del empleo y la economía peruana. Conversamos con Jorge Pinzón, gerente de soporte y gestión de riesgos en Urbana Perú, sobre el papel estratégico de esta industria, su efecto multiplicador y los retos que enfrenta para seguir creciendo con sostenibilidad.
La construcción genera y radia empleo en muchas vías. Estamos dentro del grupo de sectores que mueven una parte significativa de la economía del país. Detrás de cada proyecto hay industrias enteras trabajando: acero, cemento, metalmecánica, electricidad, carpintería, servicios, transporte. Todo eso forma parte del impacto real de lo que hacemos.
Las cifras del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) muestran que el empleo formal en el sector construcción creció 7,2 % en abril de 2025 respecto al año anterior. Además, según el INEI, los ingresos promedio del sector aumentaron más del 21 % entre marzo y mayo. Son datos que reflejan una reactivación sólida y un impacto directo en la calidad del empleo.
En un país donde la informalidad supera el 70%, nuestro trabajo también contribuye a formalizar. Cada obrero o técnico que pasa a trabajar en un proyecto formal gana estabilidad, acceso a salud, pensión y crédito. Es un beneficio social, pero también económico: empresas más sólidas y trabajadores más capacitados. Esa formalización es una de las formas más efectivas de inclusión.
El impacto laboral es muy amplio y transversal. Cada edificio o conjunto habitacional activa empleos en diseño, ingeniería, arquitectura, control de calidad y supervisión técnica, además de miles de puestos en obra. Y eso no termina ahí: los servicios indirectos —como proveedores de materiales, transporte y acabados— multiplican el efecto en la economía local. Es una cadena de valor que se extiende mucho más allá de la obra.
Es cierto que las tasas de interés más altas y el menor acceso al crédito hipotecario han moderado el ritmo de lanzamientos y de nuevas obras. Sin embargo, vemos una mejora en la calidad del empleo y un enfoque más sostenible en los proyectos, lo cual sienta las bases para una recuperación sólida en 2026.
Cuando las condiciones son favorables —tasas estables, acceso al financiamiento y confianza en el mercado— el sector responde de inmediato. Se acelera la venta, se inician nuevas obras y se contrata más personal. Por eso es clave mantener un entorno estable que nos permita seguir generando empleo formal y desarrollo urbano sostenible.
El desarrollo inmobiliario regional avanza de forma gradual, impulsado por la demanda interna y el dinamismo de algunas ciudades. Pero aún hay retos importantes: necesitamos más formalización laboral, infraestructura pública eficiente y servicios de calidad. El potencial de las provincias es enorme, pero su consolidación depende de una gestión urbana que acompañe el crecimiento del sector.
La construcción no solo levanta edificios, también levanta empleo formal, impulsa la economía y mejora la calidad de vida. Con su impacto en la cadena productiva y en la formalización laboral, seguirá siendo uno de los principales motores del desarrollo en el Perú.
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